La privación social en los niños afecta a largo plazo su función cognitiva
Un estudio publicado en «Science» señala que el aislamiento evita que maduren las células que forman la materia blanca del cerebro, y que se produzca la cantidad adecuada de mielina
Un creciente cuerpo de investigación muestra que los niños que sufren negligencia grave y aislamiento social experimentan impedimentos cognitivos y sociales en la edad adulta. Ahora, un nuevo estudio del Hospital Infantil de Boston, publicado en «Science», ha demostrado cómo surgen estas alteraciones funcionales: el aislamiento social durante la vida temprana evita que maduren las células que forman la materia blanca del cerebro, y que se produzca la cantidad adecuada de mielina en las fibras nerviosas.
El
estudio también identifica la vía molecular implicada en estas
anomalías, mostrando que es interrumpida por el aislamiento social, y
sugiriendo que podría ser, potencialmente, tratada con medicamentos.
Por último, la investigación indica que el momento de la privación
social es un factor importante en la causa del deterioro cognitivo,
informa Efe.
Los investigadores, dirigidos por Gabriel Corfas, y Manabu Makinodan, ambos del Centro de Neurobiología F.M. Kirby del Hospital Infantil de Boston,
tomaron como modelo las carencias sociales en ratones, poniéndolos en
aislamiento durante dos semanas. Cuando el aislamiento se produjo
durante un 'periodo crítico', comenzando tres semanas después del
nacimiento, los oligodendrocitos no consiguieron madurar en la corteza
prefrontal, una región del cerebro importante para la función cognitiva y
la conducta social.
Como resultado, las fibras nerviosas mostraban revestimientos más delgados de mielina —que es producida por los oligodendrocitos—
y los ratones mostraron alteraciones en la interacción social y la
memoria de trabajo. Estudios en niños criados en instituciones donde el
descuido era evidente, como otra investigación reciente del Hospital Infantil de Boston, muestran cambios en la materia blanca de la corteza prefrontal, pero el mecanismo de los cambios aun no estaba claro.
Células gliales
Ahora,
el nuevo estudio se suma a un creciente cuerpo de evidencia de que las
llamadas células gliales, incluidos los oligodendrocitos, hacen algo más
que sólo ser neuronas de apoyo: también participan activamente en la creación de los circuitos del cerebro que
reciben influencia del exterior. Según Corfas, líder del estudio,
«estamos demostrando que las células gliales también se ven
influenciadas por la experiencia y que este es un paso esencial para el
establecimiento de circuitos neuronales normales y maduros».
La mielina es esencial para la velocidad y
la eficiencia de la comunicación entre las diferentes áreas del
cerebro, por lo que la disminución de la mielinización puede explicar
los déficits sociales y cognitivos en los ratones. Corfas había
demostrado, previamente, que la mielinización anormal altera la
señalización dopaminérgica en el cerebro, lo que podría proporcionar una
explicación alternativa para los resultados obtenidos en el nuevo
estudio. La nueva investigación también mostró que los efectos del aislamiento social dependen del tiempo.
Si los ratones eran aislados durante un periodo determinado de su
desarrollo, no podían recuperar la funcionalidad normal incluso cuando
se pusieron de nuevo en un entorno social.
Por
último, Corfas y sus colaboradores identificaron una vía de
señalización molecular a través de la cual el aislamiento social conduce
a la mielinización anormal. Los cerebros de los ratones socialmente
aislados tenían menos neuregulina-1 (NRG1),
una proteína esencial para el desarrollo del sistema nervioso; además,
cuando los investigadores eliminaron un receptor de NRG1, conocido como
ErbB3, de los oligodendrocitos, el efecto fue el mismo que el del
aislamiento.
«Estas
observaciones indican que los mecanismos que encontramos son necesarios
para que el cerebro se beneficie de la experiencia social temprana»,
apunta Corfas. Actualmente, el laboratorio de Corfas está desarrollando fármacos
para estimular el crecimiento de mielina, apuntando al receptor ErbB3 o
a las vías relacionadas. Una serie de trastornos neuropsiquiátricos,
tales como la esquizofrenia y los trastornos del estado de ánimo, han
sido relacionados con cambios patológicos en la materia blanca y la
mielinización, y a perturbaciones en la vía de señalización de
NRG1-erbB; por lo tanto, los resultados de este estudio pueden ofrecer
un nuevo enfoque para estos trastornos.
Cómo hacer felices a nuestros hijos
Dar afecto y apoyo, dedicar tiempo a los hijos, hablar con ellos, establecer normas... Son las pautas del buen trato a los niños
Son
los pilares de la crianza, educación y felicidad de nuestros hijos. Los
principios que los padres nunca deben olvidar para que los niños
desarrollen su personalidad, en equilibrio y armonía, y tengan un
futuro. Un decálogo de consejos que además ayudarán a que los padres
hagan su trabajo mucho mejor cada día.
No
son normas nuevas, ni desconocidas, pues figuran es una recomendación
europea por sus efectos beneficiosos sobre el desarrollo de los niños. Y
son de sentido común, pero en la vorágine del día a día muchas veces se
dejan de lado. Por eso, nunca está demás recordarlas, como han hecho un
equipo de multidisciplinar de expertos en la «Guía práctica del buen
trato al niño».
Psicólogos,
pediatras, pedagogos, trabajadores sociales y hasta policías, con el
aval de diferentes sociedades médicas, nos dicen cómo tratar bien a
nuestros hijos desde que nacen y hasta los diecinueve años en todos los
entornos posibles: familia, escuelas infantiles, colegios, institutos,
hospitales, en juzgados, en los medios de comunicación...
He aquí los cimientos que la familia debe ofrecer a diario para hacer feliz a sus hijos:
1. Proporcionarles afecto y apoyo.
«Nuestros hijos quieren abrazos, caricias... que empaticemos con ellos.
Así les damos seguridad», comenta Jesús García Pérez, coordinador de
este trabajo y jefe de la Unidad de Pediatría Social del Hospital Niño
Jesús de Madrid. Mantener una actitud amable y cariñosa, a la vez que
firme y consciente, ayuda a establecer una relación de confianza y amor
entre padres e hijos. Y eso proporciona a los niños (futuros adultos)
autoestima, alegría, les ayuda a tolerar mejor las frustaciones,
afrontan mejor las situaciones difíciles... Para ello se puede empezar
jugando con los niños, intentando comprender lo que quieren decir,
agradeciendo su ayuda y esfuerzo, compartiendo con ellos sentimientos y
opiniones...
2. Dedicar tiempo para interaccionar con los hijos. Los
expertos aconsejan estar tranquilos cuando estemos con los hijos, ya
sea en el coche o andando de camino al colegio, cuando les llevemos al
pediatra, haciendo la compra o las tareas domésticas... Se trata de
disfrutar de la compañía en cualquier circunstancia ya sea ordenando un
armario, poniendo la mesa o jugando con los peluches o los videojuegos, o
viendo juntos la televisión...
3. Comprender las características evolutivas del comportamiento de
los hijos a cada edad determinada. Es la mejor forma de entender las
reacciones que tienen los niños y adolescentes. Hay comportamientos que
son propios de una edad, conocerlos nos ayudará a saber reaccionar sin
necesidad de enfadarnos, reñirles o castigarles. Por ejemplo, a los tres
años es típico que se nieguen a colaborar con los padres: esto indica
que están empezando a construir su propia personalidad.
4. Comunicarse abiertamente con los niños,
escuchar y respetar sus puntos de vista y promover su participación en
la toma de decisiones y en las dinámicas familiares. Y en esto también
puede ayudar mucho valorar sus capacidades y su potencial con frases
como: «Veo que has avanzado mucho en esta tarea» o «Es estupendo que
hayas llegado a la hora que acordamos».
5. Establecer límites y normas según la edad para
orientar el adecuado comportamiento de los hijos. Y eso empieza desde
la más tierna infancia. Cuando exploran o experimentan se les pueden
olvidar las normas. Muchas veces no están retando ni tienen intención de
molestar, y otras sí. Pero reaccionar con gritos, riñas y amenazas solo
puede conllevar que los niños también reproduzcan estos
comportamientos. Cuando crecen incluso conviene comentar y decidir con
ellos cuáles son las normas y las consecuencias que conlleva su
incumplimiento.
Esta guía aconseja otros libros que pueden asesorar en la educación de los hijos:
«Programa-Guía para el desarrollo de competencias emocionales, educativas y parentales». Ministerio de Sanidad y Política Social.
«Creciendo juntos como padres y madres». Save the Children.
«Educar en Familia. Guía para formadores y para padres y madres». Colección Acción Familiar
Publicado en Diario ABC
13 y 14-09-2012
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